relato de la semana: "TRYING TO BE PERFECT"
Se encogió, manteniendo las piernas pegadas a su cuerpo, meciéndose suavemente, intentando olvidar las cosas.
Tragó varias veces, cerrando los ojos con fuerza. Esperó a que amaneciera, a que fuera un nuevo día. Como cada día, se levantó y actuó de forma rápida. Solo se detuvo frente al espejo.
Las lágrimas afloraron haciéndola derrumbarse. Oyó unos golpes en la puerta; le estaban diciendo que se diera prisa. Se secó aquellos surcos que habían marcado su rostro con sus más íntimos sentimientos. Sonrió, rió como si le fuera la vida en ello. Fue amable con cada persona que se le cruzó. Ella sabía que no volvería a ser así durante mucho tiempo.
Lo miró como cada mañana, encogiéndole el corazón, cortándole la poca respiración que ya le quedaba, sus restos de anhelo de la vida. Y cuando él le sonrió, pensó que quizá sí merecía la pena luchar. Sin embargo, esperó a que le dijera algo, eso la habría salvado. La habría salvado de aquella amargura que la recorría por dentro, de aquella soledad incomprendida, perdida.
Aquella luz que él proyectaba parecía inalcanzable, inalcanzable para una chica como ella. Tardó en volver a casa, deambulando, sabiendo lo que le esperaría cuando llegara. Huyendo de aquella realidad que le golpeaba con fuerza cada día, a cada hora, cada rincón de su débil mente. Con lentitud, cerró la puerta del baño con un ligero temblor, con lágrimas regando sus claras mejillas.
Había jurado que no lo volvería a hacer. Se había prometido a sí misma que no volvería a caer. Pero no podía. Aquel dolor, no le dejaba dormir, aquella voz no había sido acallada. Y nunca lo sería. Ella no valía lo suficiente. Se derrumbó en el suelo, se llevó dos finos dedos, esqueléticos, aunque a su vista, gruesos, a su rosada boca, maquillada por una mentira.
Contó hasta tres, y supo, que por desgracia, aquella era una realidad de la que jamás podría escapar.